Fotografía y lectura

Concepto

Modernas experiencias de alfabetización han tratado de vehicular programas de literacidad a través de la fotografía, en diversas instancias, desde la educación de adultos y de inmigrantes hasta programas de enseñanza de lenguas extranjeras, donde la imagen fotográfica se ha empleado como apoyo para el desarrollo de habilidades de lectura y escritura.

En la década de 1960 surgió un fenómeno como la fotonovela, y en la escuela se utilizaban los fotomontajes en algunas experiencias educativas. Novelas e incluso muchas películas fueron presentadas en este formato de fotonarración. El mundo en línea ha cambiado estas prácticas y las ha intensificado, pues las nuevas prácticas culturales, la ostensión o inclinación al acto comunicativo concreto, como jugar, dramatizar, mapear, etc., han llevado a una práctica creciente de fotografiar, como parte de la vida cotidiana o de celebraciones (cosplay). De la mano de los móviles, las redes sociales, etc., se está produciendo un florecimiento de estas prácticas letradas electrónicas.

 

Análisis

La fotografía y la lectura son medios convergentes (Jenkins) y recursos para fomentar y despertar la creatividad. Buen ejemplo de ello es la obra de Chema Madoz, Premio Nacional de Fotografía, quien pretende, ante todo, «desautomatizar la percepción», tal como querían las vanguardias. Con ello consigue «objetos surrealistas, en donde la provocación racional unida al azar provocaba un efecto poético. Muchos han sido los artistas que han continuado con este ánimo conspirador, como Granell y Brossa. Sin embargo, Chema Madoz se distancia de ellos trabajando desde la idea, desde lo intangible. Si bien necesita objetos para la realización de sus imágenes, estos desaparecen en la propia imagen».

Los teóricos de los llamados artefactos culturales siempre han tratado de subrayar que el mundo de los objetos, a pesar de su aparente simplicidad, esconde toda una acumulación cultural de atribución de valores, de potencialidades impensadas, que es lo que hace que un objeto pueda ser reutilizado de forma distinta. De hecho, los animadores culturales están siempre reinventando objetos y artefactos de lectura (huevos, árboles y bosques de libros, móviles que cuelgan del techo, naipes...) para que los usuarios entablen nuevas e insospechadas relaciones.

Lo que hace Chema Madoz es materializar metáforas visuales muy impactantes, como en la serie donde se ve cómo el objeto libro es desarrollado en otras posibilidades, para transmitirnos mensajes tales como «el libro dentro del libro», «el libro espejo» o «los libros que reposan en el tiempo, en la arena», todas ideas bastante borgianas. En suma, según Madoz, «fotografía y poesía comparten un mismo interés por la creación de imágenes intensas». De hecho, es fácil establecer la relación entre estas imágenes paradójicas y las greguerías de Ramón Gómez de la Serna.

 

Implicaciones

Son numerosas las propuestas y experiencias que están haciendo colaborar los lenguajes expresivos de la palabra y de la imagen. Vamos a seleccionar a continuación solo unas pocas, que ilustran las nuevas tendencias en alfabetización y su aprovechamiento para la educación lingüística y literaria. En particular, se han utilizado las fotografías personales o relativas al grupo de procedencia social o cultural del alumno, para incorporarlas a los programas curriculares y reforzar la propia identidad y autoestima del mismo, potenciando un aprendizaje significativo. Como modelo, podemos citar el programa LTP del Estado de Texas, Literacy Through Photography. Sus materiales fomentan el uso de distintas modalidades, como el autorretrato, la fotografía familiar, de la comunidad o el reflejar los sueños, fantasías o narraciones a través de cuidados fotomontajes.

 

 

Cartel de la Feria del Libro de Madrid de 2012, por Chema Madoz. A la derecha, micrografías de Javier Castañeda.

 

 

Desde otros ámbitos, como el periodismo, tenemos aportes interesantes, como es el caso de Javier Castañeda, periodista del diario El País, que ha acuñado el término micrografías para reflejar un tipo de fotografías hechas con móvil y que él mismo define como «retazos de realidad. Sin retocar y en bruto. Instantes de vida tal y como la ciudad los ofrece, en los que prima el mensaje sobre la calidad técnica o lumínica». En efecto, en su blog se establece una participación continua a partir de las micrografías que envían los propios lectores, lo cual nos remite a otro eje esencial propio de Internet, el trabajo colaborativo. Definidas también como «micropostales neonómadas», las micrografías revelan una visión distinta a la de los centros alfabetizadores y los eventos letrados clásicos, el blog no es una biblioteca, ni hay una interacción entre agentes alfabetizadores (profesores, animadores, escritores...) como la que se produce cuando se está presentando un libro. Es un acto íntimo, privado, pero en un espacio público, que además es tan inestable como un medio de transporte público.

Es, por tanto, una lectura no lineal, errática, que se entrecruza con las preocupaciones y urgencias de la vida cotidiana. En palabras de Belén Gache (2004): «Los nuevos medios electrónicos permiten, entre otras cosas, una deconstrucción del logocentrismo que ha imperado en el Occidente moderno, a partir, por ejemplo, de la posibilidad de combinar sistemas semánticos diferentes, como el lingüístico y el visual, o de la búsqueda de nuevas sintaxis (...) el espacio urbano y el ciberespacio se relacionan también en la condición de ser espacios preponderantemente públicos, aunque los recorridos y los itinerarios de lectura sigan siendo personales».

El escritor Antonio Cardiel, por su parte, rescata un caudal de imágenes que llama foto-relatos, porque son «narraciones más o menos breves que conectan la imagen y la palabra y que hablan de la memoria propia y ajena, actual y pasada, de las presencias y de las ausencias, de las fotografías perdidas y ahora lanzadas a la Red como mensajes en una botella». Como botón de muestra, podemos citar la serie que A. Cardiel llama Las niñas dormidas, a partir de la cual podemos, tal como hacía Azorín sobre paisajes y objetos cercanos a los clásicos, evocar el mundo de lo minúsculo, de la intimidad, o bien cualquier otro derrotero, pues podemos reconstruir la escena y sus implicaciones desde cualquier ángulo o punto de vista.

Es algo que vemos también en otros escritores, como Ana Rossetti; usan igualmente el poder evocador de fotografías, sobre todo antiguas, para extraer todas sus connotaciones y, en su caso, poder construir además una fabulación a partir de ellas. Es, al fin y al cabo, lo mismo que hacía Antonio Gala con su serie televisiva, Paisaje con figuras, que parte sin duda de un enfoque plástico: situar personajes de la historia de España en unos determinados escenarios.

Finalmente, otro uso interesante de la fotografía es su capacidad de deconstruir estereotipos o mitos de referentes clásicos, introduciendo aspectos insólitos, irónicos o críticos de referentes estéticos conocidos (lectura posmoderna). Es el caso de la exposición No tan felices del fotógrafo Manuel de los Galanes, donde actores y actrices españoles recrean escenas de famosos cuentos de hadas. En una orientación similar, aunque más pop, están los pastiches, productos de portales donde se suben fotografías de aficionados, como en fx.worth1000.com, donde se generan recreaciones ingeniosas de cuadros clásicos mezclados con elementos de la cultura pop, como Batman.

 

 

Referencias

 

Barton, D., Hamilton, M., Ivanic, R., Ormerod, F., Padmore, S., Pardoe, S. y Rimmershaw, R. (1994), «Photographing Literacy Practices Changing English», Studies in Culture and Education, 1469-3585, vol. 1, 1, pp. 127-140.R.

Gache, B. (2004), Escrituras nómades, Buenos Aires: Limbo Ediciones.

Lindekens, R. (1976), Essai de sémiotique visuelle: le photographique, le filmique, legrafique, Paris: Klincksieck.

 

Fecha de ultima modificación: 2014-02-10